De las tres funciones de la televisión: informar, formar y entretener, la televisión actual apuesta por la última. La cultura y la formación quedan relegadas a horarios alternativos, al igual que el porcentaje de horas destinadas a ellos. La brecha entre una televisión de calidad y la telebasura sigue creciendo.
“Sólo el que sabes es libre, y más libre el que más sabe… Sólo la cultura da libertad… No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar, sino dad pensamiento. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura”.
Miguel de Unamuno
En los albores de la televisión pública, el cineasta Rossellini decidió dejar el cine para dedicarse a la televisión, opinando que era un medio con un gran potencial educacional. Así, dirige diversos documentales y telefilms de carácter didáctico, y se propone elaborar una enciclopedia televisiva como instrumento pedagógico a través de la imagen.
“Ningún film, ni ninguna obra literaria, plantea los temas que preocupan de manera concreta a la nueva humanidad. Por eso digo que considero necesario examinar otra vez cada cosa desde sus orígenes, hacer como el maestro de escuela elemental, que intenta explicar de la manera más simple y lineal los grandes hechos de la naturaleza y la historia.
“Sólo la televisión puede ser aquella universidad popular que reclamaron hace tiempo, de manera un poco utópica, los programas de los partidos socialistas”
Roberto Rossellini
Con la llegada de la democracia a nuestro país, la televisión pública española asumió gran parte de las tesis de Rossellini. Así nacieron programas “Documentos TV” (documentales) , el de reportajes, “Informe Semanal” o el de entrevistas “A fondo” en que Joaquín Soler Serrano entrevistaba a las grandes figuras de la cultura hispanoaméricaca. ¿Os imagináis una entrevistas de casi dos horas a García Marquez, Pla, Dalí, Alberti, Barral, Cortazar, Paz, Onetti, Borges, Espriu, Rodoreda, Brossa, Rulfo, Cela, Sábato…? Sí, resulta impensable pero es recomendable echarle un ojo a alguno de sus programas para descubrir la excelente calidad de sus contenidos.
https://vimeo.com/32244407
Han pasado cincuenta años desde que Rossellini apostase por la televisión, y algo menos desde que programas tan elocuentes como “A fondo” desapareciesen de nuestras pantallas. El argumento, hartas veces repetido, de que el público no soporta los programas culturales es una patraña orquestada que sólo tiene sentido si se somete a un público durante décadas al oscurantismo. Entonces, es obvio que por la falta de costumbre, resulte cada vez más costoso seguir un discurso intelectual más allá del que actualmente estamos acostumbrados.
Recientemente se hacía público el estudio anual sobre las parrillas televisivas de los diversos canales españoles por formatos: información, cultura, deportes, concursos, entretenimientos. Si atendemos a la gráfica observamos que de las tres funciones de la televisión: informar, formar y entretener, la televisión actual está dominada por el entretenimiento, los concursos y la ficción. La información mantiene un 21% de cuota mientras que el porcentaje de cultura es de tan solo un 13%.
¿No deberían los directivos de las televisiones públicas asumir que parte de su cometido podría ser el de educar y compartir el conocimiento y la cultura? ¿Cuánto más nos alejaremos de estos ideales?
https://vimeo.com/32244407
Han pasado cincuenta años desde que Rossellini apostase por la televisión, y algo menos desde que programas tan elocuentes como “A fondo” desapareciesen de nuestras pantallas. El argumento, hartas veces repetido, de que el público no soporta los programas culturales es una patraña orquestada que sólo tiene sentido si se somete a un público durante décadas al oscurantismo. Entonces, es obvio que por la falta de costumbre, resulte cada vez más costoso seguir un discurso intelectual más allá del que actualmente estamos acostumbrados.
Recientemente se hacía público el estudio anual sobre las parrillas televisivas de los diversos canales españoles por formatos: información, cultura, deportes, concursos, entretenimientos. Si atendemos a la gráfica observamos que de las tres funciones de la televisión: informar, formar y entretener, la televisión actual está dominada por el entretenimiento, los concursos y la ficción. La información mantiene un 21% de cuota mientras que el porcentaje de cultura es de tan solo un 13%.
¿No deberían los directivos de las televisiones públicas asumir que parte de su cometido podría ser el de educar y compartir el conocimiento y la cultura? ¿Cuánto más nos alejaremos de estos ideales?