Con “Las hormigas y las cigarras” recupero, una década más tarde, un género de mi juventud: el diario de viaje, que exploré en cortos documentales como “Sankari”(Finlandia, 2004) o «Durum» (varios países del Mediterráneo, 2006).
Se trata de un ejercicio de observación de lo externo pero también de una forma de introspección personal ante aquel instante. Lo filmado responde a un impulso que nada tiene de argumental y donde el conflicto, a lo sumo, transcurre entre el sujeto captado y el espectador.
La mirada atenta de lo cotidiano puede contener un componente sanador y reflexivo que nos acerca a otro tempo, que nos confronta con nuestras contradicciones o nos sumerge en otras formas de vivir. Eso pretende ser, en parte “Las hormigas y las cigarras”, un viaje amable al homo sapiens del S.XXI