El trabajo de una productora audiovisual soporta gran cantidad de mitos asociados a fugaces momentos de glamour y celebración cuando buena parte del trabajo está ya finalizado.
Los festivales, los estrenos, los premios y las entrevistas son un reconocimiento, merecido o no, a una especie de travesía invisible por un desierto desconocido.
Esta travesía la ha vivido y descrito crudamente Pau Subirós, en su libro “El productor accidental”. Tuvimos la ocasión de hablar con Pau en Barcelona cuando aun estaban él y la directora Neus Ballús en la producción de “La plaga”. Este el largometraje detonante de este libro. Pau es un joven productor de El Kinògraf, una modesta productora, como la gran mayoría, que un día decidió embarcarse, por amor, en la producción.
En Mosaic llevamos años produciendo documentales. Sería iluso afirmar que el estreno de una producción colma los meses dedicados a levantar la financiación y completar, contra viento y marea, la producción de cualquier obra audiovisual.
El placer de nuestro trabajo es recio. Habita discretamente en la superación de los retos que entraña la construcción de un audiovisual. Hay instantes que nuestro trabajo exhala masoquismo. Otros no es más que un acto obstinado y agradable de observación y narración.
Pau Subirós afirma, con razón, que cada película se aprende a hacer una vez ya está acabada. Cada proyecto es un reto nuevo. En cada uno, nos enfrentamos a nuevos modelos de financiación y nuevos lenguajes. Incluso a aproximaciones estéticas distintas a las realizadas anteriormente. Esa no repetición contiene, precisamente, parte del veneno que engancha a los que vivimos de la producción.
Podríamos decir que la producción se enmarca en una filosofía de la resistencia. Una filosofía que combina el eterno aprendizaje con el desapego hacia las fórmulas ya experimentadas. Se requiere una predisposición a transitar lugares inhóspitos. Obliga a una constante gestión del ego. Requiere sobreponerse a los arañazos, lamerse las heridas y seguir avanzando hasta el final.
“El productor accidental” es un libro necesario en nuestra industria. Todo aquel que trabaje o pretenda hacerlo en la producción audiovisual debería conocerlo.